Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1871-1872 (Cortes de 1871 a 1872)
Sesión: 20 de abril de 1871
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Marqués de la Vega y al Sr. Sorní
Número y páginas del Diario de Sesiones 12, 200, 201, 202
Tema: Acta de Córdoba

El Sr. Ministro de la GOBERNACION (Sagasta): Señores, me levanto pesaroso de lo que hice ayer, tiene razón el Sr. Marqués de la Vega de Armijo: tomé como se suele decir vulgarmente, muy por lo alto el discurso de S. S.; y la verdad, no me hizo buen efecto

en labios tan autorizados como los de S. S., lo que manifestó aquí ayer respecto de la tropa que estaba de guarnición en Córdoba. Yo entendí que S. S. repartió un papel tal a los oficiales del ejército español, que no creo capaz de representar a ninguno; y eso en un Diputado de la experiencia de S. S., en un hombre de Parlamento, en una persona de la importancia política de S. S., bien merecida sin duda, no pudo menos de afectarme; y ya hoy S. S. ha rectificado algo de lo que dijo ayer respecto de la manera con que fueron a votar los soldados. S. S. se valió ayer de estas palabras: " Los soldados pasaban por una fila de oficiales que había desde la puerta del colegio hasta las mesas electorales. " Eso dijo S. S. y yo me acuerdo, porque tengo buena memoria: así es que cuando vi que S. S. atribuía a oficiales del ejército español un papel tan indigno, lo sentirme exasperó, lo confieso; pero, en fin, me arrepiento de lo que hice ayer y espero que la blandura con que pienso tratar a S. S.

Hoy, ha de ser lo bastante para que S. S. me absuelva; y si alcanzo esa absolución, me daré por completamente satisfecho.

Su señoría, por lo visto, y esa fue mi falta principal, no tuvo por objeto combatir las actas de Córdoba, sino sólo hacerse el interesante, presentando al Gobierno

tan empeñado en que S. S. no viniera al Parlamento por ningún distrito, que hizo en contra de S. S. lo que no ha hecho en contra de ningún candidato. Y para eso suponía S. S. que el Gobierno temía tanto su presencia en estos escaños, que prefirió a la venida de S. S.

la venida de un republicano federal, cosa, en verdad, muy desagradable al Gobierno. Pues bien, Sr. Marqués de la Vega de Armijo, si tenía S. S. este interés, yo no tengo inconveniente en concedérselo para que vea S. S. si estoy blando y suave y cariñoso y amable con S. S.

El Gobierno ha hecho todo lo que S. S. quiera en contra de su candidatura; pero después de todo, después que yo le haga esta concesión, me habrá de hacer S. S. cuatro concesiones. Yo, de todos modos, espero que S. S. tendrá que hacerlas.

Primera concesión. Que la influencia más importante del partido de la unión liberal de la provincia de Córdoba, que ha estado al lado de S. S. y que ha trabajado en favor de su candidatura, está dentro de la situación, y por consiguiente al lado del Gobierno.

Segunda concesión. Que una parte del partido progresista de Córdoba, que aceptó las explicaciones dadas espontáneamente por S. S., no pedidas por nadie, apoyó a S. S. en las elecciones, y que esa parte del partido progresista de Córdoba está, también con la situación.

Tercera concesión. Que han trabajado por S. S. muchos funcionarios públicos de mayor altura en la provincia de Córdoba, y esos funcionarios han de ser de la situación

y han de estar al lado del Gobierno, porque si no, no serían funcionarios públicos. (Rumores en los bancos de la minoría republicana.) No debieran serlo, porque el funcionario público que no está con el Gobierno, si es persona digna, debe presentar su dimisión.

El Sr. SORNI: Los funcionarios de la Nación, no del Gobierno.

El Sr. Ministro de la GOBERNACIÓN (Sagasta): Pues S. S. no aceptaría un puesto oficial del Gobierno, a quien combate tan rudamente, y lo que S. S. no crea bueno en sí mismo, no debe creerlo bueno en los demás.

 El Sr. Ministro de la GOBERNACION (Sagasta): Cuarta concesión. Que sin estas influencias de la unión liberal, que están dentro de la situación y al lado del Gobierno; que sin esas influencias de una parte del partido progresista, que están dentro de la situación y al lado del Gobierno, y que sin el apoyo de los funcionarios públicos .. . y por cierto que aquí tengo que hacer una rectificación respecto de un cargo que ayer hizo al Gobierno y que S. S. consideraba de grandísima importancia. El Sr. Marqués de la Vega de Armijo decía ayer

que el Gobierno había llamado al comandante general de Córdoba, sin duda para impedir que tomara parte en las elecciones. Pues bien, cómo y cuándo y de qué manera

se habrá llamado al comandante general de la provincia de Córdoba; de qué modo se ha querido hacer la guerra a S. S., lo demuestra el hecho de que esa autoridad militar ha tenido mucho gusto en votar al Sr. Marqués de la Vega de Armijo. Que sin esas influencias, iba diciendo, que están dentro de la situación y al lado del Gobierno, S. S. hubiera tenido en Córdoba una votación que habría sido risible por lo exigua; y después de esto, constando como consta que han apoyado a, S. S. una fracción importante del partido progresista que está dentro de la situación y al lado del Gobierno, la unión liberal que está dentro de la situación y al lado del Gobierno, y los funcionarios públicos que deben estarlo, resulta que el Gobierno no ha hecho nada, que el Gobierno en nada se ha mezclado, y que, por consiguiente, no se han cometido todas esas arbitrariedades que [200] S.S. dice que se han cometido para conseguir que S.S. no viniera al Congreso.

Dirá acaso S.S. que el Gobierno se siente lastimado, porque a su despecho y por sorpresa, ha salido S.S. triunfante en las elecciones de Pontevedra.

Su señoría ha tomado también por lo alto en su discurso la parte del mío que se refería a la declaración que S. S. tuvo a bien hacer a los amigos que convocó en su casa. Yo no he dicho nada de lo que S. S. supone; yo no he pedido ninguna declaración, absolutamente

ninguna; pero prueba que S. S. se sintió en la necesidad de dar explicaciones, cuando sin que nadie se las exigiera creyó necesario darlas, convocando a sus amigos a aquella reunión. Pero ¿por dónde sabe S. S. que ni el Gobierno ni yo le hayamos pedido explicaciones para asemejarme a otros Gobiernos de la situación anterior, de quienes dice que pedían explicaciones a los Diputados? Yo no se las he pedido a S. S. si las ha dado espontáneamente, así lo creería oportuno, a lo menos respecto de los electores de Córdoba, para alcanzar sus sufragios y venir en su representación al Congreso. Pero ¿acaso tuve yo ninguna participación en las tales explicaciones? ¿He dicho que me parecieran nebulosas? Pues si no las he oído, icómo he de formar juicio sobre ellas! Lo que yo dije ayer fue que las explicaciones dadas por S. S. no serían tan claras cuando suscitaron dudas entre los electores del partido monárquico-liberal de Córdoba, y de ahí provino que se dividieran; porque unos creyeron que no eran suficientemente explicitas y que por consiguiente no debían votarle, y otros creyeron que eran suficientemente explicitas, y que debían votarle. A eso se debe el fracaso de la candidatura de S. S. por Córdoba. Pero ni yo pedí explicaciones a S. S. ni se las pido ahora: S. S. las dará cuando lo tenga por conveniente.

Yo quiero que conste, y después le he de hacer su señoría todas las concesiones que me pida y todas las que quiera respecto a la fuerte oposición que el Gobierno le ha hecho; yo quiero que conste siempre que al Gobierno no le importaba nada que S. S. viniera o no viniera al Congreso: como Diputado, hubiera sentido que no hubiera venido, porque tengo siempre mucho gusto en ver a S. S. y en discutir con él; pero al Gobierno como Gobierno, le era indiferente que S. S. viniera o no viniera. S. S. hizo ayer un agravio a los alcaldes de todos los pueblos de la provincia de Córdoba, al cual no contesté por lo avanzado de la hora, pero que no puedo dejar pasar sin la debida contestación. S. S. dijo ayer que el gobernador había llamado a los alcaldes de los pueblos, si no para imponerles, que no sé si S. S. usó de esta palabra, para aconsejarles ciertas y determinadas candidaturas.

Conste, pues, la inexactitud con que S.S. suponía que los candidatos de la provincia de Córdoba habían sido desagriados por la autoridad: y no quiero hacerme cargo de la habilidad que S. S. supone en el gobernador de Córdoba con una antítesis que hacía de candidatos progresistas y candidatos de la unión liberal. Se necesita una habilidad especial y poco recomendable, para que el gobernador de Córdoba dijera lo que S. S. supone que dijo a algunos amigos. Ese es un recurso de intención de S. S., que no hace efecto entre los unionistas y los progresistas, que estamos afortunadamente unidos. Para el gobernador de Córdoba como para el Gobierno, lo mismo era un candidato procedente de la unión liberal que un candidato progresista, si uno y otro candidato aceptaban la situación existente.

Su señoría, además, atacó al gobernador de Córdoba, y aparte de la influencia moral que S. S. dice que desplegó, no teniendo más que decir de esa influencia moral, S. S. atacó al gobernador de Córdoba, diciendo que era un gobernador que había tenido antes barruntos, no de republicano, sino de demagogo; que después había sido monárquico, y que hoy era no sé que. No sé que el gobernador de Córdoba haya sido nunca demagogo: yo le conozco desde hace mucho tiempo, y siempre le he conocido progresista, lo mismo en los tiempos de desgracia que en los de prosperidad para ese partido. No sé si ha sido montpensierista, ni me importa saberlo: tiempo hubo en que pudo muy bien serlo, y todo esta reducidos que si ha silo alguna vez montpensierista, ha sido sobre todo español, y a que antes que hombre de partido ha sido hombre de ley, quo sabe respetar la voluntad del país. Lo único que sé es que a pesar de todas esas arbitrariedades que S. S. supone en el gobernador de Córdoba, no ha llevado su rara habilidad y sus extraordinarios medios en cuestiones electorales hasta resucitar muertos y convertir a agentes de policía disfrazados en electores, porque si eso hubiera hecho el gobernador de Córdoba, yo, consecuente en este banco con lo que predicaba en la oposición, le hubiera destituido en el acto y le hubiese llevado a los tribunales.

Gobernador conozco yo, sin embargo, que no sólo no fue destituido, que no sólo no fue llevado a los tribunales, sino que al poco tiempo le ví Ministro. Es verdad que no es fácil recompensar tan rara habilidad y tan extraordinarios medios. No hacen ahora eso, ni apelan a ningún medio ordinario ni extraordinario, porque los gobernadores ni ganan ni pierden las elecciones, S.S. ha apelado a otra cosa: S.S. ha apelado a la vulgaridad del trabuco y de la porra. No tengo noticia de que en Córdoba haya habido trabucos ni porras: de lo que tengo noticia es de que las elecciones en Córdoba se han hecho bien y con mucho orden: lo mismo por parte [201] de los republicanos que por parte de los monárquicos, lo mismo por parte de la unión liberal que por la de los progresistas ha habido perfecta armonía y completa paz entre los electores durante los tres días de las elecciones. Por consiguiente, prescinda S.S. de estas cosas, y no diga esas vulgaridades, que en boca de una persona tan importante como S.S. no suenan bien.

Reasumiendo, pues,¿quiere S.S. aparecer como muy perseguido por el Gobierno; pero en cambio, concédame S.S. que esa persecución ha sido tan suave, ha sido tan leve, que ha permitido que los amigos del Gobierno en Córdoba y en Pontevedra hayan contribuido en la primera a darle una votación importante, y en la segunda a traerle de representante del país. He dicho



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